martes, octubre 30, 2007

Disfrutando de mi precariedad económica (aquí el que no se consuela es porque no quiere)

Buenas noticias: soy oficialmente pobre. Ayer recibí una carta del gobierno en la que se me informa que tengo derecho a una devolución de dinero que complementa la devolución de impuestos que ya recibí hace unas semanas. Con mucha elegancia y mucho tacto, el gobierno informa que puedo acogerme a unas ayudas cuatrimestrales creadas para “ayudar a individuos y familias con ingresos bajos o modestos”. No sé en qué categoría encajo realmente, si en la de ingresos bajos o en la de “modestos” (bonito eufemismo, desde luego), pero lo que está bien claro es que esta misma mañana me voy a pasar por el banco para depositar el cheque que venía acompañando a la carta. No vaya a ser que alguien se arrepienta y al final termine quedándome sin la pasta, o que todo sea en realidad una broma pesada de algún graciosillo.

Hablando de bromas pesadas: el domingo pude ver una putada de muy mal gusto en uno de estos programillas de vídeos caseros de esos que tanto se estilaban antes en España. La gracia consistía en que alguien preparaba un boleto de lotería trucado y luego grababa la reacción de un familiar cuando éste pensaba que le habían tocado unos cuantos miles de dólares. Vamos, que la cosa no tenía ni puta gracia. Después de ver aquello, no pude evitar recordar una traumática experiencia que tuve con la lotería Primitiva allá por los lejanos años ochenta. Eran tiempos aburridos, para qué negarlo, y al tener sólo dos canales de televisión sucedía que el sorteo de la Primitiva (presentado por una jovenzuela llamada Teresa Viejo) se convertía en uno de los acontecimientos más importantes de toda la semana. Mi padre, que no solía jugar a la lotería, apareció un día muy ilusionado con un boleto entre las manos, y allí que nos pegamos los paletos para ver cómo la Viejo nos convertía en millonarios. Salió la primera bola, y acertamos el número; salió la segunda bola, y también acertamos. La cosa se ponía caliente. Cuando por fin apareció la tercera bola, tardé varios segundos en darme cuenta de que, esta vez también, habíamos acertado el tercer número. Aunque aún faltaban tres bolas más por salir, no pude evitar un grito de alegría que vino convenientemente acompañado de un salto estratósferico sobre el sillón (“gravedad a mí, plim”). Fue entonces cuando mi padre pronunció unas palabras que se me quedarían marcadas para siempre:

“Cállate, no hagas ruido, que los vecinos se enteran de que somos ricos y luego viene todo el mundo a pedirnos dinero”.

Fue entonces cuando decidí presenciar en silencio el resto de tan excitante sorteo televisivo. Sin embargo, surgió un ligero contratiempo: no acertamos el cuarto número, ni el quinto, ni el sexto (creo que entonces se llamaba “el complementario”, o algo así). Así con tres aciertos sobre seis me fui a la cama igual de pobre que antes, pero con una cara de idiota que todavía me dura cuando pienso en aquellos momentos de efímera gloria. Aunque, bien pensado, ¿para qué queríamos tanto dinero? ¿Para tener que andar prestándolo por ahí?

miércoles, octubre 24, 2007

Arbusto y su viaje relámpago a Nueva York

Aquí estoy de vuelta, amigos. No creo que me hayáis echado de menos, pero supongo que alguno que otro se habrá preguntado dónde cojones se ha metido el idiota de Arbustito el guerrero. Ya es hora de destapar la verdad: esta semana Copycat y servidor nos hemos regalado unas minivacaciones en Nueva York, la gran manzana, la ciudad que nunca duerme, etc. No ha estado mal la cosa, para qué negarlo, aunque tampoco hay mucho que contar porque creo que ya quedan muy pocos españoles que no hayan estado de viaje en NY.

Un coñazo eso de pillar el ferry a la estatua de la libertad. Una hora y pico haciendo cola para comprar la entrada, luego otra hora esperando a subir al puto barco, después te llevan a otra isla para hacerte esperar otra hora larga… Al final se te va un día entero en la clásica excursión para turistas paletos como quien os habla. Lo de la estatua y tal lo he hecho por ser mi primera vez en la ciudad, pero ya no vuelven a verme el pelo los cabrones esos. Claro que lo mismo dije del típico lugar para turistas en Kabul, y en dos años ya he tenido que ir cinco ¡cinco! veces para acompañar a los amigos que se han dignado a venir por aquí. Y ya hay visitas programadas para el verano que viene…

Para acabar este breve post, me permito un pequeño comentario anti-mainstream: eso de que haya atascos 15 horas en NY al día está muy bien para contarlo después de unos días haciendo turismo (“oh, qué caótico”) pero tiene que ser una jodienda si te los tienes que comer un día sí y otro también. Me dirán que el transporte público está precisamente para los que no quieren llevar coche, pero tampoco es que el metro en NY sea la leche, por no decir otra cosa. Después de usar el metro a lo largo de cuatro días estoy en condiciones de afirmar que he respirado más gases tóxicos que en toda mi vida, bien aderezados de orín de rata y olor a excrementos del mismo animal (o eso quiero pensar yo al menos). En invierno, el contraste entre el frío en el exterior y la pestilente caldera del suburbano tiene que ser como para que se te quiten las ganas de vivir en este sitio. Vamos, que no paso por ahí.

miércoles, octubre 17, 2007

Preguntas después del Premio Planeta 2007

1. ¿Se está buscando vender más libros entre el público gay, ante la imposibilidad de llegar a más marujas (todas las que compran un libro compran ya el Planeta) con la elección de Izaguirre como finalista del premio?

2. ¿Será la novela de Millás tan mala como Dos mujeres en Praga, libro con el que ganó hace unos años el Premio Primavera de Novela?

3. ¿Romperá Boris Izaguirre todos los registros y se convertirá en el autor del peor libro de toda la historia de finalistas o ganadores del Planeta? Seguro que lo conseguirá, aunque tendrá duros rivales: Lucía Etxeberría (Un milagro en equilibrio, 2004), Rosa Regàs (La canción de Dorotea, 2001) y Fernando G. Delgado (La mirada del otro, 1995).

4. ¿Quién será el próximo asalariado de Prisa en ganar el premio? Este año han ganado dos hombres, así que el próximo toca una mujer o quizá dos mujeres repartiéndose el pastel. Espero, al menos, que no le den el premio a Ana García-Siñeriz, esa gran izquierdista que vive en una mansión de lujo junto a su marido multimillonario.

5. Y aunque no viene a cuento: ¿Es Ya no me asomo a la reja la mejor canción del último disco de Los Planetas?

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miércoles, octubre 10, 2007

Un arbusto en apuros

Kabul, tenemos un problema.

No sé si algún día llegaré a disfrutar de un salario medianamente decente, pero de momento puedo presumir de ir acumulando méritos que supuestamente me permitirán llegar a ser un hombre de provecho en poco tiempo. Utilizo los adverbios “medianamente” y “supuestamente” porque la cosa no está demasiado clara, pero eso es un asunto que se sale ya de los límites marcados en este post. Sigamos. La cuestión es que este fin de semana asistiré a un congreso en el que participan unos peces gordos de la cosa, y además podré leer una ponencia en la sesión del sábado por la tarde. Como decía, no está nada mal para tratarse de un pringado como yo. Sin embargo, ahora me enfrento a un problema de delicada solución: no tengo ningún traje en mi armario de Kabul. Este verano, listo de mí, decidí dejar mis mejores galas en España bajo la estúpida consigna de que “no voy a ir a ninguna entrevista de trabajo de aquí a Navidad, así que no vale la pena pasear los trajes de un lado para otro”. Entrevistas de trabajo ninguna (ahí lo clavé) pero de pronto me surge un bolo como éste y me encuentro en pelotas, casi literalmente. En mi descargo, quiero decir que no metí ningún traje en la maleta por miedo a que la compañía aérea me clavara por sobrepeso.

Considerando que el congreso comienza mañana jueves, y dada la gravedad de la situación, me veo obligado a considerar las siguientes opciones:

1) Vestirme de socialdemócrata, en tonos marrones y haciendo gala de la sempiterna chaqueta de ante (coderas opcionales). Según mi experiencia, un 30% o un 40% de los profesores españoles suelen cultivar este look “González, elecciones 1982”, así que es posible que la estética sociata también aparezca por Kabul. Si dos o tres individuos aparecen de esta guisa, allá que me voy con ellos.

2) Comprarme a toda prisa unos zapatos, unos pantalones, una camisa, una corbata y una chaqueta a juego. Pagarlo todo con la Visa y el mes que viene Dios dirá cómo acaba el asunto.

3) Alquilar un traje. Ya hay quien me ha sugerido esta posibilidad por e-mail, y empieza a ganar opciones según avanzan las horas.

Si fuera una tía, siempre me quedaría la opción de ponerme unas medias de mi abuela, una falda roída y un jersey descosido. Luego utilizaría la coartada “soy excéntrica” y asunto resuelto. Lamentablemente, mi condición de machote me impide semejante patochada. ¿Qué hacer, pues? Se aceptan envíos urgentes internacionales por parte de incondicionales arbustianos (si los hubiere, claro).

jueves, octubre 04, 2007

La monarquía española: final del trayecto

Lo voy a decir muy clarito porque la cosa tampoco necesita de mayores rodeos: la monarquía española está muerta. Bueno, quizá no esté muerta, y sea mejor recurrir a alguna metáfora médica del estilo “está en estado muy grave”, “está en coma vegetativo” y chorradas similares. La cuestión es que no hay que ser ningún genio para constatar dos hechos más que evidentes:

1) El 80 o el 90% de la población pasa bastante del rollo monárquico, en el mejor de lo casos, y desprecia/odia/aborrece a este grupito de vividores del erario público, en el peor de ellos.

2) Acontecimientos recientes han vuelto a dejar de manifiesto lo absurdo de vivir en una democracia y a la vez emprender medidas judiciales por el delito de “ofensa a la corona”. Esta absurda parafernalia comienza a repetirse con demasiada frecuencia. Empieza cuando alguien dibuja una caricatura, o quema una fotografía del monarca; después aparece el fiscal de turno pidiendo uno o dos años de cárcel para el autor del presunto delito”; a continuación, la prensa airea el tema para provocar la enésima discusión pública sobre nuestros amigos los reyes; por último, el juez desestima la propuesta del fiscal, la prensa apenas se hace eco de la noticia y nuevos antimonárquicos vuelven a quemar alguna foto o a montar algún pollo en un acto oficial. Y vuelta Perico al torno.

No voy a negar que Juan Carlos tiene todavía algo de tirón (ya se sabe, lo de “campechano” y todo eso) entre la gente, por aquello de que tuvo realmente una labor que hacer en el periodo de la transición democrática. Pero de aquello ya han pasado más de 30 años, y lo que está claro es que nadie va a tragar con su hijito Felipe y su señora doña Leticia. Si tanto queremos los españoles a nuestros reyes, que tengan huevos a organizar un referéndum cuando le toque reinar a Felipe. Ahí sí que nos íbamos a echar unas risas…

Mientras llega el añorado referéndum, estoy muy a favor de joder la marrana con múltiples actos de desobediencia civil, desde la quema de fotografías hasta la publicación de informaciones comprometedoras (y verdaderas) sobre la monarquía, que las hay y muchas, por cierto. Creo además que es necesario extender esta resistencia por toda España, para así evitar que los cafres de ERC y similares se apunten el tanto de ser los únicos que se oponen a la corona. Más que nada, porque no me gusta deberle nada a Carod Rovira y compañía.

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