jueves, junio 21, 2007

El Fary (tributo arbustiano)

Al principio, el cuerpo me pedía escribir la típica entrada chorra dedicada a la muerte del Fary. Pero no puedo escribirla por una razón muy sencilla: respeto a ese tipo. Sí, ya sé que es grave, pero es así.

El primer recuerdo que me viene a la mente no es el de esas canciones que todos conocemos, sino el personaje que él interpretaba en una serie autobiográfica (“Menudo es mi padre”, si no me falla la memoria) de principios o mitad de los noventa. La cosa se emitía en Antena 3 y El Fary hacía de taxista en honor a sus años de juventud, aunque se pasaba más tiempo vagueando en la casa que llevando el volante por las calles de Madrid. Era tan vago el tío que una vez mi padre me obligó a cambiar de canal porque decía que daba “un mal ejemplo”, creo que en un capítulo en el que El Fary se quedaba en cama y no iba a currar porque el postre le había sentado mal (o al menos ésa era su excusa). A pesar de la censura paterna yo seguí viendo la serie semana tras semana, y de aquellos polvos vienen estos lodos, etc.

Lo que nunca perdonaré a este prohombre ibérico es el haber lanzado al estrellato a la infame Melody, cuyo Baile del gorila estuvo machacando nuestro ya de por sí debilitado cerebro durante un verano del cual no quiero acordarme. En cambio, le absuelvo por haber producido los discos de su hijo, Javi Cantero, a pesar de que canciones como Y cuanto más acelero constituyeron hits de más que dudoso gusto. Peores cosas he visto en los últimos años que los discos de Javi Cantero, y si no que se lo preguntan al idiota de El canto del loco que, por lo que me cuentan, ahora se ha metido a actor en una serie de policías o de bomberos, qué más da.

Leeremos a Joyce y Kafka, veremos películas de Woody Allen, pero cuando acabe esta breve burla que todos representamos sobre un escenario de ruido y furia lo único que nos quedará será el recuerdo de El Fary cantando Torito bravo.

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martes, junio 12, 2007

Tribulaciones helvéticas

Por aquí sigo, luchando contra molinos de viento en tierras helvéticas. Lo de dormir en literas hacinado con otras tres personas no se está dando tan mal como pensaba, aunque sí es cierto que de vez en cuando pasan cosas un tanto raras. Al día de llegar, por ejemplo, me di cuenta de que en la cama debajo de la mía había una figura alargada debajo de la sábana. Después de ver que el bulto seguía ahí después de varias horas, pensé en levantar la sábana para poder saber qué cojones era lo que había ahí debajo. Pero eso fue sólo el impulso inicial. Tras pensar un poco la cosa, llegué a la conclusión de que sólo podía tratarse de una de estas dos cosas: 1) Algún freak perfeccionista había colocado su ropa de una determinada manera, y por ello mejor no tocar nada de la cama; 2) Alguien había muerto y nadie se había dado cuenta así que, de nuevo, mejor no tocar nada. Pasado el tiempo la opción 1) se ha impuesto a la 2), aunque tampoco es descartable que algún “profesional” haya hecho el encargo de limpiar la habitación de cuerpos potencialmente malolientes.

Hablando de asunto sucios, uno de mis caseros pasó el sábado por la noche en chirona. Al parecer lo detuvieron por pegar (supuestamente) a un policía, cosa que él (por supuesto) niega. Además está muy jodido porque el pollo se montó en un festival de rock de un pueblo de al lado, y su detención salió anunciada a bombo y platillo en el periódico local (ya se sabe que en sitios pequeños cualquier cosa es la noticia del año). Gracias a la mediación de su padre consiguió que lo soltaran, previo pago de fianza, y ahora dice que si no le explican los motivos de la detención piensa buscarse un abogado y denunciar a la policía. Buena suerte, majo.

Por ahora he podido manejarme en la ciudad con cierta decencia, a pesar de que mi conocimiento del alemán se limita a unas pocas palabras: Volksgeist, Zeitgeist, Verfremdungseffekt, Zollverein, y creo que poco más. Aunque no tengo mucho dinero todavía no he llegado a arrastrarme tanto como un par de individuos (una feliz parejita) que he avistado esta tarde a las puertas del McDonald’s. Con tal de comer gratis, se habían ofrecido como voluntarios para probar (¡ahí es nada!) las nuevas y maravillosas delicias que McDonald’s tiene preparadas para la temporada que viene. La chica tenía un poco de decencia (tampoco mucha, para qué negarlo) pero el tío era un gañán total, que acompañaba cada bocado de hamburguesa con un montón de gestos mientras asentía con la cabeza como diciendo “esto sí que es bueno, sí señor”. Luego sorbía un brebaje que imitaba al zumo de naranja y mantenía la bebida en la boca cual experto catador de vino. Habráse visto imbécil…

De comida basura a literatura basura: si alguien no lo ha hecho todavía, por favor no leáis nada de Dan Brown. Yo no lo he leído (líbreme dios) pero puedo decir sin temor a equivocarme que libros como El código Da Vinci no hacen ningún bien a la humanidad. El otro día mi corresponsal Fran me envió el link de este blog y, la verdad, no hay nada que ejemplifique con mejor acierto hasta qué punto estos best-sellers son una pura estafa intelectual. ¿Habrá post arbustiano sobre libros recomendados para este verano? Quizá sí, ya veremos…

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viernes, junio 08, 2007

La habitación 209

Desde que llegué a tierras helvéticas el pasado martes por la noche, apenas he tenido tiempo para respirar. Es lo que te pasa cuando no tienes mucho dinero y necesitas alojamiento en una ciudad en la que todo está ocupado en el mes de junio. Confiaba yo, iluso de mí, en que con lo que me devolvió Hacienda este año (un contable hizo magia en Kabul para que la declaración me saliese a recibir dinero) tendría yo pasta suficiente como para sobrevivir en mi exilio veraniego. Craso error, sin duda, como así me lo hicieron notar los de la inmobiliaria el pasado miércoles por la mañana. Ni siquiera se molestaron en darme la más mínima explicación: les dije lo que quería pagar, me miraron con cara de asco y pasaron al siguiente cliente. Después de ese rechazo tan elegante (ya se sabe que los suizos tienen billones en dinero negro, pero siempre con elegancia, eh) me he pasado el tiempo buscando sitios en residencias para jóvenes y cosas por el estilo. De momento sigo sin tener nada, pero al menos he encontrado un alojamiento barato para una semana. Se trata de una especie de comuna regentada por unos chicos de 18 o 20 años, que han puesto unas literas en el salón de la casa y las alquilan por días a unos precios extremadamente baratos. Mi contacto en esta ciudad, el siempre intrigante Vivito, me puso en contacto con estos chicos y, bueno, por lo menos eso que me quito de dormir bajo un puente (de momento).

Porque eso de pagar hotel durante dos meses pues no puede ser, la verdad… Por cierto, espectacular vivencia la mía a la llegada del hotelillo en el que me he alojado estos primeros tres días. Su nombre, Zic-Zac Rock Hotel, deja bien claro que se trata de una burda imitación de cadenas tipo Hard Rock Cafe y similares. En la planta baja hay un simulacro de restaurante americano y en las plantas de arriba se acumulan hasta siete pisos de habitaciones, todos ellos con el nombre de un cantante o de un grupo de rock and roll. Quien lea esto no podrá tener ni remota idea del sudor frío que recorrió mi cuerpo cuando, llave en mano, pasé al lado de la habitación 206, con placa de los Genésis bien grande. Por un momento pensé que se trataba de mi habitación, pero luego me di cuenta de que mi número no era el 206, sino el 209, así que pude respirar tranquilo por unos momentos. Finalmente llegué a enfrentarme a mi destino, la maldita puerta 209, situada (ojo al dato) entre la suite John Bon Jovi (208) y la de Kiss (210). Esperándome lo peor (había visto fugazmente a los ZZ Top en el listado de habitaciones en recepción) no pude evitar una mueca de sorpresa, primero, y una risa maliciosa, después. La habitación 209 pertenecía a Kate Bush, cantante totalmente desconocida para mí pero cuyo apellido me demostró cuán inescrutables son los caminos arbustianos: cualquier lector de este blog sabrá ya que la traducción de “Bush” al español es, precisamente, “Arbusto”.

Una suite arbustiana: quién me lo iba a decir. Pero no se puede vivir del recuerdo, así que ya es hora de volver a salir a estas calles, entre un idioma hostil, tropezando con mi rostro distinto de cada día.

lunes, junio 04, 2007

Hora de irse

Apenas unos días después de aterrizar en España, ya vuelvo a irme. Me piro por dos meses a un lugar civilizado, idílico, en el que la gente es limpia y educada. O a un lugar que colabora con todos los genocidas del mundo al aceptar billones y billones de dinero negro sin hacer preguntas. Las cosas, definitivamente, cambian según el color del cristal, etc.
Intentaré actualizar desde mi exilio veraniego. Saludos arbustianos para todos.