jueves, diciembre 28, 2006

Nochevieja 2006

No me extenderé demasiado, amigos. La Nochevieja se acerca y tengo muchos asuntos que liquidar así que, considerando que nadie me paga por escribir aquí… bueno, pues eso, que no me enrollo. Pero, debido a una magnanimidad que es ya algo endémico en mi persona, me permitiré regalar unos breves pero siempre valiosos apuntes a mi legión de admiradores:

- Para empezar, la pregunta de fin de año: ¿repartirá Orange gorros naranja en la Puerta de Sol? Siempre he creído que eso de llenar la plaza de gorros “color Amena” fue una de las mejores maniobras comerciales de la historia. Mi apuesta es que la cosa se teñirá de naranja sí o sí…
- Más preguntas fin de año: ¿estará Ramón García dando las uvas? ¿Estará al menos su capa, colgada en una pared cual bastión superando el paso del tiempo?
- Más preguntas fin de año: ¿cuál será el primer anuncio de 2007? Me da a mí que ya no existe la expectación que había en mi infancia ochentera, cuando las empresas se gastaban una pasta gansa para poder ganar el título de “primer anuncio del año”. En cualquier caso, y aunque ya he dicho que a nadie le importa ya esta cuestión, ahí va mi apuesta/profecía: Movistar será el primero de 2007.

Por lo demás, he de confesar que no he dado palo al agua en los últimos días. De todos modos, ya cumplí la semana pasada cuando volví a casa con dos nuevos títulos universitarios bajo el brazo. Esto de los títulos no te da prestigio social, ni sabiduría, ni mucho menos dinero, pero creo que no hay nada más valioso que la alegría de mi madre cuando me dijo el otro día, toda orgullosa: “ya he visto los títulos que has traído”. Pues eso: nunca olvidéis que detrás de todo título de bachillerato, título de universidad e incluso diploma CEAC siempre hay una madre. Os lo dice Arbusto, que es de fiar.

Y me despido del 2006 recomendando a todos vosotros una espectacular página web que acabo de descubrir: se trata de de Thinking Heads, una agencia a través de la cual puedes contratar a supuestos “expertos” que podrían dar una conferencia en tu empresa o presentar un acto de tu organización. Por ejemplo, de la sección “Arte y Sociedad” puedes contratar a Fernando Sánchez Dragó (de profesión, “Escritor y viajero infatigable”, se dice) para que este “anarcoindividualista” imparta una conferencia sobre alguno de estos temas: Cultura / Arte / Vino / Oriente-Occidente. Si nos vamos a la sección “Experiencias vitales”, nos encontramos con prohombres como Serafín Zubiri, quien por un precio no especificado nos puede dar una charla sobre los siguientes temas: Saber que se puede (¿ein?) / Motivación / Superación personal / Enfrentar crisis / Adversidad / Relaciones de cooperación: el perro guía / La lucha por la normalización / Simbiosis de música y deporte / Discapacidad. Y así decenas de grandes personalidades al alcance de cualquier iletrado que se vea en la necesidad de blanquear con rapidez unas cuantas bolsas llenas de billetes de quinientos euros.

¿La elección arbustiana? Después de echar un ojo al elenco de artistas, mi elección está clara: yo invitaba a Silvia Jato a dar una charla en Kabul sobre cómo esquilar ovejas.

Feliz 2007 a todos.

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jueves, diciembre 21, 2006

Breve estancia en Madrid

He vuelto a Madrid por un par de días, para visitar a mis viejos amigos con la excusa de venir a hacer ciertas gestiones burocráticas. Lo primero que hice ayer fue ir a la Complutense (siempre me juro que no volveré a ese cenagal, pero nunca cumplo mi palabra) para recoger cierto título universitario que a mí no me sirve de nada pero que, al menos, hará feliz a mi madre cuando se lo enseñe de vuelta a casa. Al llegar a la secretaría de la facultad, no pude evitar sorprenderme al leer el siguiente letrero:

“Durante el periodo de vacaciones, del 18 de diciembre al 8 de enero, el horario de atención al público será de 10 a 13 horas”.

¿Desde cuando empiezan las vacaciones el 18 de diciembre? ¿Por qué sólo tres horas de atención al público? Afortunadamente para mí, era poco más tarde del mediodía, así que me atendieron sin problemas. Al entregarme el título, la señorita en cuestión me dijo bien claro: “comprueba que no hay ninguna errata en el diploma”. Después de cerciorarme de que todo estaba correcto, firmé en el libro de registro y abandoné aquel grotesco lugar. El tiempo dirá si fue esta mi última visita a la UCM.

Una vez libre de la burocracia universitaria, me pasé el resto del día paseando por la ciudad, entre sensaciones contradictorias. Por un lado, reconocía rápidamente lugares, olores y ruidos de una ciudad en la que viví durante ocho años. Pero, a la misma vez, no pude evitar sentirme un tanto torpe y extrañado entre tanto bullicio, como quien va a una casa de la que ya no se acuerda y, nada más entrar, golpea con el pie una losa levantada – una losa en la que no había reparado antes porque la evitaba de forma instintiva, automática.

Después de comer algo ligero, me dirigí a la Residencia de Estudiantes para ver la exposición dedicada a Juan Ramón Jiménez en el cincuenta aniversario de su Premio Nobel. Sin duda, la exposición del año para el poeta del siglo. Pero eso lo contaré en la entrada de abajo, para no cansar a mis escasos lectores con un texto demasiado largo…

Encuentro con JRJ

Llegué a la Residencia de Estudiantes a las tres de la tarde. Sin tiempo que perder, me acerqué al primer panel con materiales de JRJ, un panel situado en el pasillo principal del edificio. Empecé a mirar las primeras fotografías y fue entonces cuando una ruidosa puerta se abrió a unos pocos metros de mí. Dos paletos cruzaron el pasillo hablando en voz alta; a los pocos segundos, tres chicas abrieron otra vez la maldita puerta, y saltaron como burras sobre el suelo de madera, que crujía a cada zancada de las damas; un minuto después, otros seis o siete energúmenos irrumpieron mientras gritaban algo así como “¡que ya toca comer, ya toca!”. Fue entonces cuando comprendí la crueldad de mi destino: a las tres de la tarde, una marea de funcionarios del CSIC (la Residencia está dentro de su edificio) bajaban por unas escaleras y desembocaban, curiosamente, en el mismo pasillo en el que yo estaba. De todos los minutos que tiene el día, tuve que acercarme a la exposición en ese maldito momento de “hora de comer”. Un poco nervioso, quizá contagiado por el espíritu torremarfilista de JRJ, decidí abandonar la exposición y sentarme en una silla, para esperar a que la panda de animales despejara el pasillo. La cosa llevó más de quince minutos, en interminable goteo de inútiles que ignoraban que, cuando se cruza una exposición o un museo, hay que hacerlo con el menor ruido posible.

Libre por fin de la ignorancia de la masa, pude reemprender mi encuentro con el legado personal de JRJ: una traducción francesa de Nietzsche (concretamente, Humain, trop humain), cartas que recibió de Ortega, su certificado de boda con Zenobia (en la iglesia St. Stephen’s de Nueva York, “bajo el rito católico”), el saqueo que unos fascistas hicieron de su casa en Madrid… En cualquier caso, no creo que sea este mísero blog arbustiano el lugar adecuado para un detallado recuento de lo que observé ayer. Por supuesto, me compré el catálogo de la exposición (los 50 euros mejor invertidos en mucho tiempo) y ahora disfruto del libro hoja por hoja, en un recorrido que nunca debiera acabar. De entre los muchos documentos reproducidos en el volumen, siento especial predilección por una carta que un joven Miguel Hernández (21 años por entonces) escribió a JRJ en 1931:


Venerado poeta:

Sólo conozco a usted por su Segunda antología, que – créalo – ya he leído cincuenta veces aprendiéndome algunas de sus composiciones. ¿Sabe usted dónde he leído tantas veces su libro? Donde son mejores: en la soledad, a plena naturaleza, y en la silenciosa, misteriosa, llorosa hora del crepúsculo, yendo por antiguos senderos empolvados y desiertos entre sollozos de esquilas.

No le extrañe lo que le digo, admirado maestro; es que soy pastor […] Soy pastor de cabras desde mi niñez. Y estoy contento con serlo, porque habiendo nacido en casa pobre, pudo mi padre darme otro oficio y me dio éste que fue de dioses paganos y héroes bíblicos…

[Orihuela, noviembre de 1931]


Pocos años después, Miguel Hernández compuso uno de los sonetos más sublimes en la historia de la lengua española.

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viernes, diciembre 15, 2006

Papá Noel a tope

Al principio intenté volver la mirada y no ver la atrocidad inminente. Fue el año pasado: algunos indicios lo anunciaban ya. Entonces fui cómplice con mi silencio, y ahora vienen a por mí, despiadados.

He salido a la calle después de tres días en mi cueva improvisada (habito en un dormitorio de prestado) y me he encontrado con una dolorosa agresión visual, un holocausto estético en toda regla. Las fachadas de mi puto pueblo están llenas de muñequitos que simulan un Papá Noel que está trepando por la terraza, siempre en las formas más ridículas posibles: colgado de una precaria escala, con una pierna en la terraza y otra en el aire, dando la cara a la calle (¿alguien trepa de espaldas?)… y muchas otras posturas para olvidar. Esto de colgar un muñecote de esos no es que me parezca mal (allá cada cual con sus horteradas), sino que me parece tristísimo por el hecho de que la gente lo hace por puro borreguismo. Me cuenta mi señora madre que es que por aquí eso de tener un bicho de esos confiere alto estatus social, por alguna razón que se me escapa. Vamos, que te gastas 50 euros (y estoy tirando por lo alto) en un muñeco fabricado en China, y ya con eso arreglas que tu hijo sea un cocainómano que abandonó el instituto con 16 años.

Por las noches, además, algunos de los muñecos brillan con lucecitas (esto sólo está al alcance de la jet set local, por supuesto. Yo tendría cuidadito con todo esto de los muñecos, porque entre tanta decoración se corre el riesgo de sufrir ciertos malentendidos:

- ¡Mamá, mamá, qué bonito nuestro Papá Noel! ¡Mira cómo se mueve, y cómo trepa, qué chuli!

Luego entra por la terraza el albano-kosovar disfrazado de Papá Noel, y la fiesta como que se acaba de golpe (sí, chiste xenófobo. ¿Algún problema?)

Tampoco es plan de darle más bola a estos mediocres ejercicios de/para las masas. Cerraré este post con un meme que Hans nos pidió a nuestros cuantos blogueros hace unos días. Esto del meme consiste en abrir un libro por la página 123 y copiar la quinta línea, como ya han hecho Copycat, Sue, Att y Quic. Como siempre, Borges nunca decepciona:

"No sólo le costaba comprender que el símbolo genérico perro abarcara tantos individuos dispares de diversos tamaños y diversa forma; le molestaba que el perro de las tres y catorce (visto de perfil) tuviera el mismo nombre que el perro de las tres y cuarto (visto de frente)".

Es evidente que estamos hablando de “Funes el memorioso”. El extracto es de la página 123 de la colección de relatos Narraciones publicada en la editorial Cátedra, edición a cargo de Marcos Ricardo Barnatán (el padre de Jimmy Barnatán, el que hacía de niño endemoniado en El día de la bestia, y recientemente en el papel de Chucky en Los Serrano).

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jueves, diciembre 14, 2006

Tullidos S.A.

Ya lo sé: soy muy perro para actualizar el blog. Pero bueno, al fin escribo. El lunes por la noche aterricé en las Españas después de 20 horas de vuelos, retrasos y cambios extraños de avión, pero todo eso ya es historia porque nadie me va a privar de unas buenas navidades hogareñas. Nada más llegar, me enteré de la muerte de alguien que nunca va a ser ya juzgado por los delitos que cometió en vida. Ayer de madrugada supe también de la muerte de Loyola de Palacio, una de las personas que pronunció hace unos años una de mis frases favoritas: “Lo que tiene que hacer Fidel Castro es morirse”. Lamentablemente, el dinosaurio sigue vivo y Loyola no se va a dar el gustazo de ver a Fidel muerto, como tampoco pudo hacerlo un Cabrera Infante que murió en Londres sin poder volver a su Cuba natal. Sí, ya sabemos, Cabrera Infante era un gusano, y todas esas cosas que dicen los niños bien que disfrutan del capitalismo mientras levantan el puño izquierdo... En cualquier caso, seguiré deseando la muerte de Fidel sin ningún pudor, ya sea desde mi cueva de Kabul o desde mi refugio antiaéreo en el sur de España.

Poco puedo contar, la verdad. Llevo tres días muy centrado en comer y beber, así que mi vida social se reduce a cero. Hoy he hecho propósito de salir a la calle para poder hablar con algún ser vivo (si es humano, mejor) y así informarme un poco de lo que se cuece por aquí. Creo que ahora que llegamos a final de año es el mejor momento para actualizar mi listado de tullidos locales, una de las pocas curiosas que hay en mi pueblo. Aunque desde el 2005 no he incluido ningún nombre nuevo, sé que con tirar un poco de la manta tendré acceso a los nombres de los nuevos practicantes del deporte del tullidismo subvencionado. Cerca de donde vivo, por ejemplo, y sin ánimo de ser exhaustivo, puedo nombrar:

- El chaval Francis, de quien ya hablé las navidades pasadas. El hombre se hostió con la moto mientras iba a por hachís a un barrio marginal de la capital, pero un avispado leguleyo le hizo ganar un sueldecito de por vida en virtud de que “iba a comprar un pollo y estaba todavía en horario laboral”. El bueno de Francis se ha quedado un poco lento de reflejos, la verdad, pero demostró rápido su puntería al preñar a su novia un mes después de empezar a salir con ella. Ahora la pareja vive con la familia de él (totum revolutum) y Francis ya es papá de una bonita niña con nombre de telenovela latinoamericana.

- Un poco más arriba de la calle hay un chico que fue a la mili, llegó, vio, le pusieron una inyección, le jodieron los nervios de un brazo, y volvió (con su paga asegurada de por vida, claro). Por cierto, me dicen que la novia lo ha dejado para irse con el dueño de un pub. ¿Por qué ligan tanto los dueños de los pubs?

- El que era cuñado de este hombre también se vino rápido de la mili porque pilló la hepatitis (no me pregunten la letra, señores) que, como es de rigor, transmitió a su novia nada más volver a nuestra venerable polis/ciudad-Estado. Creo que chupó algunos meses de subsidio pero supongo que estará trabajando ahora, muy a su pesar, aunque me consta que se esfuerza para que su rodilla reviente de una vez y así trincar un sueldecito de esos como los de Nescafé.

- Enfrente de casa, una señora se cansó de trabajar en la tienda y decidió sobornar al médico de aquí para que la declarar inválida por unos problemas de espalda (como diría Mr. T, “ahora estoy un poco pachucho de la espalda, y eso”). Creo que aún no está en el club de los tullidos porque el médico se enfadó por ella por alguna cosa. Revisaré cómo está el tema.

- Y ya lejos de casa (es decir, a medio kilómetro) vive un conocido mío que tuvo un accidente de moto por culpa de una mujer que no hizo bien un cruce. La putada es que el chaval iba sin casco, para-qué-si-no-me-va-a-pasar-nada. Su familia recibió una buena pasta después del juicio, y digo “su familia” porque todo el dinero se lo ha ventilado la madre en joyas y abrigos de visón, y ni siquiera se han molestado en hacer reformas en la casa para que el chico se pueda desplazar mejor. Pues nada. Que siga la fiesta.

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sábado, diciembre 09, 2006

Hamburguesas anti-soviéticas

Creo que vale la pena echar un ojo a este anuncio que hizo la cadena de hamburgueserías Wendy's en los ochenta. En pleno rearme ideológico bajo la presidencia de Reagan, en estos años de la guerra fría decían los de Wendy's que "siempre es mejor elegir"... aunque yo prefiero elegir algo que no sea comida basura, sinceramente.

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sábado, diciembre 02, 2006

Por la sonrisa de un niño: un euro para que el hijo de Simancas tenga la PlayStation 3

En la página web 1 euro para Espe se organiza una colecta para la pobretona de Esperanza Aguirre. La historia es ya bien conocida: en su muy polémica biografía oficial (ésa en la que llama “empollón” a Gallardón, entre otras muchas cosas), la Aguirre confiesa sus supuestas estrecheces económicas. Y es que sus 8.000 euros mensuales le saben poco, y ahora echa de menos la pasta que cobraba como presidenta del Senado. Dice Aguirre:

No tener pagas extras me tiene mártir, las he tenido toda mi vida y las echo de menos en Navidad y en verano. No es que haga números a final de mes; es que muchas veces no llego, con la excepción de cuando fui presidenta del Senado, que entonces sí cobraba un buen sueldo. ("La presidenta", ed. La Esfera de los libros, 479)

En 1 euro para Espe (las letras “Espe” con los colores de España, por supuesto, que aquí somos todos muy progres) se hace un montaje cachondo con una foto de Aguirre transformada en mendiga, y se anuncia que el objetivo es recaudar donaciones de un euro para entregar una paga extra (es decir, 8.000 euros) a Aguirre el día 14 de abril del próximo año. Detrás de esta propuesta rebosante de ¿inteligente? retórica lúdico-festiva está Manuel Rico (Periodismo Incendiario) y otras personas a las que no tengo el placer de conocer.

Y digo yo: ¿es nuestra amada Espe la única mendiga de la política española? O, cerrando el círculo un poco más, ¿es la única pedigüeña de la política madrileña? Estoy pensando en el tétrico precedente del admirado Rafael Simancas (ya se sabe: hijo-de-emigrantes-españoles-en-Alemania, tenemos-que-recordar-eso-ahora-que-recibimos-emigrantes-nosotros), quien alardeó en 2003 aquello de que en su patrimonio estaba compuesto de un Simca 1000 que le había regalado su padre y de la PlayStation de su hijo que, para más inri, estaba “estropeada”. Días después compró una nueva consola a su hijo, porque “en España no las reparan”, según dijo entonces a la prensa. Así que, vistos los grandes problemas de nuestro político con corazón de obrero, he decidido lanzar la campaña Por la sonrisa de un niño: un euro para que el hijo de Simancas tenga la PlayStation 3. ¿O vamos a permitir que el hijo de este político proletario sufra la frustración de ver cómo las clases altas – sucios peperos todos – alardean de PlayStation 3 en sus narices? ¡Basta ya de desigualdades sociales! ¡Jugadores de la PlayStation 3 del mundo, uníos bajo el signo arbustiano!

Posdata arbustiana 1: me entero de que en 2005 Simancas vendió un segundo chalé que tenía por el triple de lo que había pagado. Teniendo en cuenta que nunca vivió allí y que ni siquiera lo había puesto a alquilar, hasta el más estúpido puede concluir que se trata de un descarado caso de especulación: más de 300.000 euros limpios de plusvalía. Así que empiezo a pensar que con ese dinero ya puede comprar la consola de su hijo. O quizá no... vosotros mandadme un e-mail y yo os doy mi número de cuenta bancaria. Y recordad: hago todo esto por la sonrisa de un niño.
Postada arbustiana 2: gracias por todo, Coltrane.

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viernes, diciembre 01, 2006

¿Caerá?

La foto es curiosa, cuando menos. Uno de mis corresponsales ocultos en las Españas me mandó hace unos días esta truculenta imagen. La cosa es que, después de que unos ladrones robaran unos borreguillos a un pastor, el hijo del afectado trincó un bote de pintura y marcó en las paredes de la finca las amenazas que se ven aquí arriba. Desde luego, hay que aplaudir la habilidad del chaval para resumir en una palabra el sentimiento de odio y las ganas de venganza que (justificadamente, creo yo) tiene el pastor: “Caerás”. Lo de que hay cámaras en la finca me suena más a farol que a otra cosa, pero uno ya no puede descartar nada en este mundo tan moderno... el caso es que seguiré este tema de muy cerca.

Este incidente me recuerda a algo muy parecido que ha sucedido en el vestuario del Real Betis (como se sabe, equipo de fútbol en manos del esperpéntico Ruiz de Lopera). Después de ver cómo se publica en la prensa unos asuntos que supuestamente eran confidenciales, la plantilla del Betis ha decidido vetar a los medios de comunicación como protesta por estas filtraciones. Y los jugadores se han propuesto un objetivo muy claro: desenmascarar al chivato que airea los trapos sucios. En la pizarra del vestuario, han dejado escrito un mensaje muy fácil de entender: “Chivato, te vamos a coger”.

A mí, de momento, nadie me va a coger por mis ¿subversivas? actividades en internet. Como conviene cambiar de IP cada cierto tiempo, en poco más de una semana estaré volando para España. Así despisto a la CIA en Kabul y de paso me tonifico a conciencia con una estricta dieta de jamón, pan y vino. Y es que soy un tipo espartano, de eso no hay duda.

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