jueves, septiembre 21, 2006

Arbusto ha vuelto

Arfff, arfff....

Ha sido duro, muy duro. Pero al fin estoy libre. Desde que escapé de España hace diez días he sufrido todo tipo de torturas y vejaciones. Todo empezó con mi (parcialmente) fallido intento de contrabando de embutidos. Ya conté que en la aduana del aeropuerto me confiscaron parte del material, aunque no todo. La cosa es que el jamón había quedado oculto en el fondo de la maleta y el policía, al ver el revoltijo de ropa interior arbustiana (ciertos calzoncillos de estética, cuanto menos, peculiar, para qué negarlo) decidió no meter mano y dejar pasar la maleta tuviera lo que tuviera. Visto lo visto, creo que lo mejor para traficar con embutidos en aeropuertos internacionales es llevar bien oculto el material bueno y poner, para despistar, algo de chóped en la parte de arriba (podría ser el chóped con la cara de Mickey Mouse, ese mítico de los ochenta). Luego dejas que te lo confisquen y aquí paz y después gloria. En cuanto al tema vinícola, ya conté que me dejaron pasar las cuatro botellas que llevaba, la primera de las cuales ha empezado hoy a funcionar como compañera de digestión para mis cenas otoñales.

Pensaba yo que lo peor ya había pasado. ¡Nada de eso, caros amigos! Tras evadir la puta aduana alguien debió de comunicar a los servicios secretos la vuelta al país del fugitivo Arbusto, y ahí fue cuando empezó la verdadera pesadilla. A las pocas horas de instalarme en mi humilde morada, ¡oh, hermanos, escuchad mi llanto!, irrumpieron unos violentos encapuchados armados hasta los dientes, uno de ellos con camiseta de Viceversa y otro (se me hace un nudo en la garganta al recordarlo) con una de OBK, de ésas que llevas la foto a la tienda y te la imprimen para ti. Aunque no recuerdo bien lo que pasó, creo que me lanzaron algún tipo de gas que me hizo perder la conciencia hasta que, por fin, desperté en una oscura habitación. Allí me tuvieron hasta hoy jueves haciéndome sufrir torturas nunca imaginadas por ser humano alguno: desde tatuarme con lentitud el rostro de Pepe Blanco en el brazo izquierdo, hasta hacerme recitar de memoria pasajes del último libro de Lucía Etxeberría (sí, ése en el que plagia a un psicólogo párrafos enteros).

Afortunadamente, soy de pueblo y tengo la cabeza bien dura, así que no me derrumbé ante tamañas atrocidades. Como vieron que no podían arrancarme confesión alguna, decidieron soltarme aunque avisándome que, a la menor actividad revolucionaria en internet, volverían a por mí. Ahora soy libre, sí, pero no sé si podré vivir como lo hacía antes: en estos días de tortura he visto el horror, el horror que nadie había imaginado antes. Lo he visto de frente, y no hay palabras para describirlo.

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3 Comments:

At 11:21 a. m., Blogger J. said...

veo que me he perdido el choped con mickey mouse... recuerdo haber escondido los chorizos, el lomo, las longanizas, etc en los conductos del aire del coche. Veraneabamos en Castellón y a la vuelta a Suiza, teníamos que ocultar lo typical spanish en la aduana de Ginebra.

Podrían haberme confiscado los CD's de "Megatron" y "Lo Mas Duro"... no hay forma de qutarmelo de encima y jamas tiro un CD.

 
At 3:06 a. m., Anonymous Anónimo said...

Me acuerdo vagamente del chóped de Mickey, pero seguro que es preferible a los lamentables rellenos de los sandwiches envasados de mi trabajo.

 
At 1:32 p. m., Anonymous Anónimo said...

Como diría Juncal, "tomo nota".

 

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