lunes, agosto 21, 2006

No hay verano sin fiestas de pueblo



(nota arbustiana: he estado todo el fin de semana intentando subir fotos, pero el puto blogspost no me deja. Al final, he podido poner una imagen en esta entrada y luego he abierto un post debajo con tres imágenes más. Pido perdón porque me ha sido imposible centrarlas o justificarlas a un lado del texto)

Cuando uno vive aislado de la civilización, como es mi caso, la clave para la supervivencia consiste en proveerse de varias cosas que resultan imprescindibles: internet, para enterarme de todo lo que pasa ahí afuera; buena comida, para cuidar mi exigente estómago; música de calidad (cortesía eMule); y, por encima de todo, excelente literatura. Un intelectual como yo sólo acepta libros por encima de la media, porque las únicas obras de arte que estimulan mi vasta (basta) inteligencia son aquellas que resultan inaccesibles para el populacho. Por este motivo, este verano he conseguido que me envíen por correo una auténtica joya de la literatura universal: el libro de las fiestas del pueblo de mi padre. Evidentemente, lectura exclusiva para grandes entendidos.

Este libro de las fiestas ya no es lo que era. Antes aparecían dibujos cutrísimos hechos a mano, pura artesanía gráfico-verbal que en nada tenía que envidiar a los manuscritos que se conservan en museos. Ahora la cosa está más informatizada y hay menos lugar para la improvisación y el talento individual pero, aún así, vale la pena pagar un envío trasatlántico para tenerlo en mi madriguera arbustiana. Echemos un vistazo al Top 5 atracciones en el programa de las fiestas:

- Reina de las fiestas. El buen rollo parece llegar hasta los rincones más recónditos de las Españas. Ahora ya no hay una reina de las fiestas y dos damas de honor, porque se supone que es discriminatorio elegir a una chica por encima de otras. Así que, adaptando la célebre fórmula del “café para todos”, el ayuntamiento ha decidido nombrar a cuatro “mises” o “misses”, todas en igualdad de condiciones. A mí esto de las comises o comisses (porque el título lo ostentan en régimen de copropiedad) me parece una manera de contentar al mayor número de gente posible, gastando la mayor cantidad de dinero (público) posible. Y luego pasa lo que pasa: que en vez de tener a una tía con el síndrome de reina de las fiestas, pues tenemos a cuatro. A ver quién las aguanta.

- Poemas juglarescos. Siempre hay algún aspirante a poetilla que se dedica a versificar terroríficos eslóganes comerciales. El premio arbustiano a la estrofa del año se lo lleva este exquisito bar de la localidad:

Si buenos asados y patatas fritas
quieres comer
en Casa de Luis y Carmela
tiene que ser.


Qué hondura metafísica, señores.

- Autos locos [imagen de arriba] Parece que ésta es la actividad de moda en el pueblo. Pero, ¿alguien me puede explicar en qué consiste? Yo no me entero muy bien como se construyen los cacharros esos. Y, ¿se trata de hostiarse por el camino o de verdad hay que cruzar la meta? Transcribiré a continuación las reglas de la cosa (no entiendo del todo las reglas 3, 4, y 5):

1. Los autos deben llevar un mínimo de tres ruedas.
2. Todos los participantes tienen que llevar obligatoriamente casco y protecciones (rodilleras, coderas, etc).
3. Los autos no pueden llevar motor.
4. Los participantes deberían ir vestidos de acuerdo con el auto.
5. Se premiará no sólo al equipo más rápido sino también al ingenio más divertido y a la mejor puesta en escena.
6. Hay que terminar el recorrido.

- Toros. Una feria de pueblo sin toros no es una feria de pueblo. Este año el ayuntamiento ha apostado fuerte para traer una “extraordinaria corrida de toros mixta”, en la que un tal Pedro Calero (“un valiente rejoneador”, dicen) lidiará dos novillos antes de que tenga lugar un apocalíptico duelo entre los toreros Ruiz Manuel y... Víctor Janeiro (el hermanísimo de Jesulín). Habría pagado un chárter directo hasta la plaza de toros de saber que un animal podría pillar (dar un revolcón, tampoco le deseo nada grave) al menordelosjaneiro. Qué placer verlo comer arena.

- Anuncios vanguardistas. Lo mejor del programa de fiestas hace unos años, ya he dicho que la cosa está algo decaída con tanto auge de las tecnologías. En cualquier caso, aún se puede rastrear algún caso de arte pictórico exclusivos para grandes paladares. Por ejemplo:
(he escaneado los anuncios y los he puesto en el post de abajo)

Pulidos San Antonio: para promocionar el pulido y abrillantado de mármoles se inserta la foto de un santo que, supongo, será el propio San Antonio.

Automóviles La Colmena: ¿hace falta descargarse de internet el dibujo de una colmena, con sus abejitas y todo? ¿No es mejor poner un coche como reclamo publicitario?

El Taller de Pedro Juan Masegosa: de acuerdo, al menos aparece un coche, algo de lo que son incapaces los paletos de la colmena. Pero, ¿a qué viene ese destornillador gigante que atraviesa el automóvil?

1 Comments:

At 4:55 p. m., Anonymous Anónimo said...

Ja, ja, ja. El libro de las fiestas de tu pueblo no es nada comparado con el del mío, ahí sí que hay poesía de la buena. Qué lástima no tenerlo delante, aunque me has dado una idea para un plagio-post. Y lo del destornillador, obviamente es un símbolo fálico.

 

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