miércoles, mayo 11, 2005

Platón responde a Zapatero (Defensa de la Filosofía)

Mañana, 12 de mayo de 2005, se concentrarán en Madrid miles de estudiantes de la licenciatura de Filosofía provenientes de toda España, para protestar contra la progresiva eliminación de la asignatura de Filosofía en los cursos de Bachillerato, según los igualitarios planes del gobierno de Zapatero (Anteproyecto de Ley Orgánica de Educación). No resulta complicado advertir que la eliminación de la Filosofía en la enseñanza media viene acompañada de la toma obligatoria de la cicuta para los estudiantes universitarios, ya que la gran mayoría de ellos encuentran su puesto de trabajo en el mencionado Bachillerato.

Ante una situación como ésta, lo más tentador es plantear un discurso en clave política. ¿Qué habría sucedido si Aznar hubiera planificado la marginación de la Filosofía en los institutos? ¿Cómo habría reaccionado la progresía oficial que cobra favores a la izquierda, la misma progresía que hoy calla su servilismo? No, no. No quiero continuar en esta línea, porque la porquería empieza a salpicarme. Si reivindicamos un pensamiento libre, hemos de obviar lo coyuntural (=lo político).

No tengo nada que decir a Zapatero. Me parece una sombra andante, un triste actor que malgastará sus horas sobre el escenario hasta el momento en el que se dé cuenta de que nadie lo está escuchando. Da igual que gobierne cuatro u ocho años: pasará como todo lo accesorio.

Platón pudo explicarnos, entendernos, hace miles de años. Simplemente me limito a recordarlo:

"Al observar yo estas cosas y ver a los hombres que llevaban la política, así como las leyes y las costumbres, cuanto más atentamente lo estudiaba y más iba avanzando en edad, tanto más difícil me parecía administrar bien los asuntos públicos. Por una parte, no me parecía que pudiera hacerlo sin la ayuda de amigos y colaboradores de confianza, y no era fácil encontrar a quienes lo fueran, ya que la ciudad ya no se regía según las costumbres y usos de nuestros antepasados, y era imposible adquirir otros nuevos con alguna facilidad. Por otra parte, tanto la letra de las leyes como las costumbres se iban corrompiendo hasta tal punto que yo, que al principio estaba lleno de un gran entusiasmo para trabajar en actividades públicas, al dirigir la mirada a la situación y ver que todo iba a la deriva por todas partes, acabé por marearme. Sin embargo, no dejaba de reflexionar sobre la posibilidad de mejorar la situación y, en consecuencia, todo el sistema político, pero sí dejé de esperar continuamente las ocasiones para actuar, y al final llegué a comprender que todos los Estados actuales están mal gobernados; pues su legislación casi no tiene remedio sin una reforma extraordinaria unida a felices circunstancias. Entonces me sentí obligado a reconocer, en alabanza de la filosofía verdadera, que sólo a partir de ella es posible distinguir lo que es justo, tanto en el terreno de la vida pública como en la privada. Por ello, no cesarán los males del género humano hasta que ocupen el poder los filósofos puros y auténticos o bien los que ejercen el poder en las ciudades lleguen a ser filósofos verdaderos, gracias a un especial favor divino."

(Platón: “Carta VII”).

Posdata: escribo esta Defensa de la Filosofía el día 11 de mayo, antes de la manifestación de Madrid y de las repercusiones que se produzcan. Me mantengo así ajeno a la ignominia que dirige la política en España y, del mismo modo, me abstengo de leer lo que unos cuantos ignorantes a sueldo publiquen en la prensa.

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